ELABORA TU DUELO

 

Aprender a vivir es aprender a desprenderse

Sogyal Rimpoché


Desde el mismo momento del nacimiento y  durante las diferentes etapas de la  vida vamos creando vínculos de apego. vínculos, que el ser humano necesita para crecer y desarrollarse en forma saludable para sentirse feliz  y seguro. Cuando algunos de esos lazos afectivos se ven amenazados o se rompen en forma definitiva  ocasionan reacciones emocionales, que llamamos duelo.

Cuando se pierde a un ser querido, sobre todo si la pérdida es definitiva como es el caso de la muerte, el duelo se hace presente y la persona puede presentar alteraciones psicológicas, emocionales  y conductuales. El  grado de intensidad de estas alteraciones depende de la circunstancia  de la muerte, del vínculo con el fallecido, de la capacidad de adaptación  y afrontamiento de quien sufre la pérdida.

La reacción ante la pérdida dependerá  de cómo la persona percibe la muerte del ser querido. Si la percibe como algo natural,  el sentimiento será de tristeza y lo manifestará con  llanto. Pero si lo percibe como algo injusto de la vida, de Dios, su reacción emocional será rabia  y lo manifestará con hostilidad o agresividad. Por último si su percepción de la muerte es de amenaza al verse indefenso ante la vida, el miedo al desamparo o a la soledad será su reacción. 

Siempre que tiene lugar una pérdida en nuestra vida se genera un duelo, pero  la intensidad de la reacción no dependerá del objeto perdido, sino del grado de apego que nos ata a la pérdida y de nuestra capacidad para afrontarla.   

Nuestra primera reacción ante la pérdida es de shock. La negación incredulidad y desconcierto es evidente.  La persona actúa como si nada hubiese sucedido, o bien permanece inmóvil e inaccesible. En esta fase hay dolor y tristeza. El shock actúa como mecanismo de defensa, porque es una forma de evadir lo sucedido.

A medida que la persona comienza a tomar conciencia de la realidad inicia un proceso de asimilación de lo que está sucediendo, se siente irritable e inquieto. Puede manifestar agresividad hacia los demás o hacia sí mismo en forma de autorreproches, culpa, pérdida de la seguridad y autoestima.

Cuando la persona está consciente que el ser querido no volverá puede manifestar desesperación y de desorganización con marcados sentimientos depresivos y falta de ilusión por la vida. La tristeza se hace profunda, el llanto puede ser incontrolado, hay sensación de vacío y soledad.

Si el duelo es elaborado y superado, se inicia un proceso de acomodo donde la persona adopta nuevos patrones de vida sin el fallecido y se generan nuevos vínculos afectivos.

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