RUISEÑOR

HISTORIA DE UNA CANCIÓN

PREÁMBULO
El 6 de diciembre de 1970 nació mi primera hija. El parto lo asistí yo en una clínica privada de la ciudad capital. Le dimos por nombre Sheila Inger. Su nacimiento fue una bendición para mi hogar, no sólo por ser la primogénita, sino por ser mi compañera inseparable durante los dos primeros años de su existencia.
Cuando culminaban mis labores en el hospital maternal donde ejercía mi especialidad médica, al llegar a casa, mi hija me recibía con una sonrisa. Juntos compartíamos la comida del mediodía y luego ambos dormíamos la siesta. A la hora de ver la televisión, mi princesa le gustaba verla al lado mío. Siempre estaba detrás de mí, no podía moverme porque inmediatamente preguntaba. —¿Para dónde vas papi?
Sheila era una niña muy bella y dulce en su trato. Era mi compañera en todo momento. Me hacía sentir el padre más feliz cuando estaba con ella, pero la felicidad, a veces es muy frágil y se rompe. Llegó el día en que los caminos se separaron, la niña quedó en la frontera y la felicidad desapareció porque se la llevó el viento.
Durante dos años de convivencia conyugal, me acostumbré a estar siempre al lado de mi hija. Compartía sus juegos, sus risas y secaba sus lágrimas cuando rodaban por sus mejillas. A la hora de dormir entonaba la canción «Ruiseñor» y a los pocos minutos ya dormitaba, pero llegó el día en que se paralizaron las agujas del reloj y se detuvo el tiempo. Una fuerte tormenta inundó el hogar y todo quedó vacío. Todo quedó en silencio, las risas, los juegos y el canto del Ruiseñor; aquel día desapareció.

HISTORIA DE UNA CANCIÓN 

Ruiseñor es un bello pájaro muy conocido por su canto en la cultura popular.

El ruiseñor y su bello canto ha sido motivo de inspiración para poetas, escritores y compositores. Sobre él se han escrito cuentos, poemas canciones, arreglos musicales, obras de teatro y hasta películas.

Ruiseñor es uno de los grandes clásicos de la literatura infantil del escritor danés Hans Christian Andersen (1805). En la década de los cincuenta, el escritor español Jesús María de Arozamena escribió el poema “Ruiseñor” donde narra la historia de una princesa prisionera en un viejo torreón y de un príncipe convertido en ruiseñor, que por la magia del amor logra su libertad. 

Le letra de este poema fue convertido en canción en ritmo de bolero por el compositor francés Francis López e interpretada por tenor español Luis Mariano quien la popularizó

En los años cincuenta tanto en España como en Latinoamérica.

Entre los años 1953 y 1955, el compositor y director orquesta Luis María Frometa nacido en la República Dominicana, más conocido como Billo Frometa escribió la letra de la canción, “Ruiseñor” versión venezolana, pero conservando la misma partitura de su compositor original Francis López.

En mi infancia tuve cierta inclinación a leer cuentos de hadas, muchos de ellos relacionados con príncipes y princesas, con reyes y emperadores solitarios, que suspiran por tener una princesa soñada y siempre había un obstáculo para lograrlo, pero a través de la magia y la fantasía, el autor del cuento lograba, que aquel príncipe, rey o emperador rescatara la princesa y tuviese el amor soñado. 

En mi adolescencia tuve la grata sorpresa de escuchar por primera vez la canción “Ruiseñor” cuya letra de Billo Frometa e interpretación del cantante venezolano Rafa Galindo, me llegó a un rincón del alma y allí estuvo guardada durante varios años hasta que llegó mi madurez.

Una cálida tarde del 6 de diciembre de 1970 nació una linda princesa que llenó de felicidad mi corazón e inundó de alegría todos los rincones y espacios de mi hogar. Escuché su llanto y su risa, compartimos juntos juegos y travesuras. Arrullé sus sueños con el canto del Ruiseñor, pero también sequé sus lágrimas cuando rodaban por sus mejillas, momentos difíciles de olvidar.

Llegó un día en que el cielo se tiño de gris y negros nubarrones surcaron el espacio. Truenos y relámpagos brotaron del cielo y aguas torrenciales cayeron sobre la tierra. Horas después cesó la lluvia y todo quedó en silencio. Las aguas lo arrasaron todo y el hogar quedó vacío. No se escuchó risas, no hubo juegos ni canto del ruiseñor.

Después de muchos años de aquel devastador invierno llegó una nueva primavera, el sol brilló en el cielo, las semillas germinaron en los campos y nacieron flores nuevas.  Volvió la risa y los juegos, que alegraron la novel estación, pero el Ruiseñor guardó silencio y de la ventana se alejó. Transcurrió el tiempo y con él muchas estaciones, hasta que llegó un día cuando las hojas cayeron y los árboles expusieron su natural belleza anunciando la estación de otoño. Una fresca mañana de aquel otoño el Ruiseñor apareció  y con su bello canto anunció el retorno de la joven princesa, que hecha reina entró a palacio y desde ese entonces mi vida se alegró.

RUISEÑOR
Una cálida tarde del 6 de Diciembre de 1970, nació una linda princesa que llenó mi vida de momentos de alegría y felicidad. La princesa llegó al hogar y en todos los rincones y espacios reinó dicha y felicidad. Se escuchó su llanto y su risa, compartimos juntos juegos y travesuras. Arrullé sus sueños con el canto del Ruiseñor, pero también, sequé sus lágrimas cuando rodaban por sus mejillas. Fueron momentos inolvidables y difíciles de borrar, pero como en toda historia aparecen dificultades que entorpecen los momentos gratos y crean tristeza, esta historia no fue la excepción.
Llegó un día en que el cielo se puso gris y negros nubarrones surcaron el espacio, se desencadenó una fuerte tormenta y aguas torrenciales cayeron sobre la tierra. Horas después cesó la lluvia y todo quedó en silencio. Las aguas lo arrasaron todo y el hogar quedó vacío. Todo era tristeza, no se escuchaban risas, no había juegos ni cantos del ruiseñor.
Pasaron muchos años desde aquel devastador invierno y llegó una nueva primavera. El sol brilló en el cielo, las semillas germinaron en los campos y nacieron flores nuevas. Volvieron los llantos, las risas y los juegos que alegraron la novel estación, sin embargo, el ruiseñor guardó silencio y su canto de la ventana se alejó
Así transcurrió el tiempo y con él muchas estaciones, hasta que llegó un día, más fresco y sereno, cuando las hojas cayeron y los árboles expusieron su natural belleza anunciando la estación de otoño. Tiempo para crear y enseñar, para dar y perdonar. Tiempo de renovar la fe y la esperanza, de llorar a los que se fueron y de alegrarse por los que vendrán.
En una fresca mañana de aquel otoño, el ruiseñor apareció y con su bello canto anunció el retorno de la joven princesa que aquel infernal invierno la alejó. Ya hecha reina entró a palacio y desde ese entonces mi vida se alegró, volvió la risa y el ruiseñor nuevamente cantó.

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