Mis hijos significan para mí la permanencia en el tiempo y la
semilla que lleva la huella imborrable de la herencia a través de los siglos,
las emociones y razones que una vez dejé en sus corazones y que perdurarán
eternamente mientras ellos vivan. Las vivencias que hemos compartido juntos y
que han quedado grabados en sus corazones para la eternidad.
No
se puede pedir más a la vida cuando se ha tenido hijos y los has amado tanto.
cuando has sentido correr por las venas esa sensación de amor que te embarga
cada momento de tu existencia. Amor que impregna cada célula de tu cuerpo para
llegar hasta lo más profundo de tu ser.
No
se puede exigir más a la vida, cuando los has visto crecer bajo tu sombra, unos
más lejos, otros más cerca, pero siempre allí. Cuando los has guiado, lo has
enseñado y le has dado afecto, Cuando logras sembrar en ellos el sentido de
pertenencia que los guíe eternamente.
No son solo hijos aquellos nacidos del mismo árbol, sino
aquellos que se sienten hijo y padre, aquel que se siente padre. Los hijos son
hijos toda la vida, sin importar el tiempo y la distancia que los separe y, los
padres seguirán siendo padres por siempre.
No
puedo exigirle más a la vida, cuando los he visto abrirse otros caminos y con
ellos nuevos caminantes. Quizás no logre caminar con ellos y ni siquiera verlos caminar,
pero estoy seguro de estar con ellos cada minuto y cada segundo de su recorrido.
Cuando
hablo de mis hijos, lo hago con el sentimiento más profundo que embarga a un
padre que quiere y ama a sus hijos. Me basta verlos felices para yo sentirme
feliz. No busco reconocimiento ni agradecimiento eterno de ellos, sólo me hace feliz saber que los quiero y sentir su amor.
Estas
letras que escribo no son para emitir juicios de valor o justificar lo que hice
o deje de hacer con relación a mis hijos, por cuanto todo está escrito en la
memoria de la vida, lo hecho, hecho está. No se puede borrar porque es parte de
la historia de mi vida. Tampoco escribo para juzgar y condenar a mis seres
queridos, sino, para manifestar cuanto los quiero.
Si
algún día fallé y comité errores es parte de mi historia, sólo mis hijos y mis
otros seres queridos sabrán perdonarme. En mis errores no hubo nunca intención
de herir ni maltratar, sino de amar, cuidar y proteger. Mis hijos lo
comprenderán cuando sean y sientan el amor de padre o madre lo que uno siente
por sus hijos.
Solo
pido a mis hijos, se mantengan unidos y conserven el amor entre ellos y de la
familia, sin importar las dificultades y los bienes materiales que puedan
poseer. Los sentimientos no tienen precio y cuando los años pasan el cariño más
se necesita. Amor con amor se paga. Hoy estoy bien mañana puedo estar mal. Y
allí, estará el otro para ayudarle en los momentos de crisis.
Nunca
tuve fortuna que repartir, todo cuanto tuve lo di en vida para el bienestar
familiar. Mi mayor fortuna fue el amor que acumulé durante tantos años de ver y sentir a mis hijos crecer
felices. Cuando esté lejos, veré a mis hijos a través de la ventana del tiempo,
reiré con ellos en sus alegrías y secaré sus lágrimas cuando estén tristes.
Allí estaré siempre y por siempre.
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