ESPEJO DE AYER

 
No le digas a tu hijo lo que tiene que hacer
Escúchale, oriéntalo y déjalo caminar
No importa si se equivoca, si se tropieza o si los ves caer
Los tropiezos, las caídas y sus errores son necesarios
para poder aprender.

Los hijos son el espejo en que nos vimos ayer.
En ellos reflejamos nuestras frustraciones, nuestros errores
y lo que no debimos hacer. En ese espejo de hoy proyectamos tristezas, rabia y miedos que arrastramos sin poder comprender que todo lo malo o bueno que tú pudiste ser, lo has vaciado en ese molde y que hoy cuando te miras en él quieres con un reproche o un castigo tratar de borrar el mal proceder.

Tu imagen siempre hace vida en sus adentros porque eres parte de él. Dónde vaya, dónde se encuentre, cuando habla, cuando calla y lo que haga; será tu sombra que lo dirige sin el poder entender. Cuando reproches, castigues, reprimas, insultes u  ofendas; quizás sea tu propio yo, tu propio mal que aparece en ese momento lavando culpas que llevas por dentro desde aquel ayer.  

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