NOSTALGIA


Son como gotas de lluvias que humedecen nuestro rostro
y nos proporcionan cierta sensación de frescura momentánea
                                                                          

Un día sentí la indómita necesidad de cruzar otros mares, otros cielos y llegar a otros suelos; lugares donde vivir, luchar y hacer realidad mis sueños. 

Contaba yo con la ilusión y la energía juvenil que me impulsaba hacer realidad un sueño, iniciar una aventura y dar rienda suelta a mis deseos de explorar otros caminos. Sentía el deseo de hacer algo más, de alargar la vista y conocer otros horizontes. Argumenté poderosas razones para justificar mi partida y guardé en mi bolso los sentimientos de bellos recuerdos que me ataban al pasado que me vio nacer y crecer. 

Cuando salí de mi tierra, no pude contener mis lágrimas porque lo que más quería atrás lo iba dejando. Sentí un inmenso dolor dejar el terruño que me vio nacer: mis padres, hermanos, familiares, amigos y todas aquellas vivencias que llenaron mi vida. 

Cargué un bolso sobre mis hombros llevando sólo en él, las ilusiones que me motivaron a iniciar esta odisea, pero también, el pesar que llevo adentro por dejar atrás la patria amada donde dejo mis raíces.  
Hoy estoy aquí después de un largo viaje, en otra tierra, otras costumbres; gente nueva. Veo felicidad en sus rostros. Los veo caminar juntos, charlar, reír, besarse y abrazarse; una muestra de estar en casa, de estar cerca de los suyos; aquí gravitan sus razones y emociones. Fue un momento triste verme allí alejado de los míos. Una sensación de soledad invadió mi alma y recorrió mi cuerpo. Derramé lágrimas para descargar mis angustias y encontré consuelo en las ilusiones que me llevaron a ese lugar pero, allí estaba yo, en aquel país lejano, solo conmigo mismo y con la energía que me brindaba la juventud de aquel entonces. 

Conquistar nuevos espacios fue un duro comienzo pero tenía la necesidad de luchar y vencer, no había otra alternativa. Así pasaron los días y transcurrieron los años. Consumí mi juventud y mi madurez en alcanzar logros que me permitieran competir y sobrevivir. Acumulé conocimientos y estuve entre los mejores con el fin de hacer realidad lo que soñaba. Sacrifiqué parte de mí porque a veces la vida lo exige así. 

Hoy, después de muchos años de ausencia he vuelto a mi patria. Traigo marcada en la piel las huellas de los años viejos y los bellos recuerdos del largo camino que he recorrido. Estoy de vuelta al terruño de mis cimientos. Vine al reencuentro de mi niñez que abandoné un día, de las raíces que me dieron la vida, de mi familia y mi amigos; que en otros momentos me dieron la emoción de vivir. 
Respiré de nuevo el aire de mi ciudad natal, recorrí lugares donde antes vivía, anduve sus calles y miré su gente; todo había cambiado.

A mi retorno, me sentí un extraño entre mi propia tierra y sentí la misma sensación de cuando estaba en patria ajena. El tiempo cobraba mi ausencia, mis raíces estaban muertas y mi niñez envejecida en el espejo de algunos sobrevivientes. Hoy siento la misma tristeza de cuando me fui y la inmensa sensación de estar en tierra extraña. No sé si regresar o quedarme, porque ya no pertenezco ni aquí ni allá. No sé, no se…

Comentarios 
Nostalgia del regreso a casa es la historia de un joven como muchos otros que decidió  marcharse a otras tierras buscando nuevas oportunidades para hacer realidad sus sueños. Creció y envejeció en tierra extraña pero sintió nostalgia y emprendió el regreso al terruño que lo vio nacer para encontrase con sus raíces y revivir gratos momentos de épocas pasadas. 

La nostalgia es una sensación de pena que se siente por algo que se ha tenido y que ya no se tiene. La nostalgia surge por el deseo del ser humano de revivir las instancias felices de su existencia y eternizarlas.

"El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia" (Milan Kundera)   
Las personas estamos hechas de recuerdos de experiencias y vivencias que edifican lo que somos en la actualidad. Dejar que la nostalgia nos acaricie de vez en cuando con su aire tibio y evocador es algo muy positivo pero quedarnos anclados en la nostalgia nos limita el crecimiento personal.

La nostalgia es una nube pasajera de recuerdos que nos acaricia por momentos y nos llena de alegría o nos entristece. Es  como gotas de lluvias que humedece nuestro rostro y nos da cierta sensación de frescura  momentánea

A veces la nostalgia trae consigo un perfume triste, trazos de una vida vivida que nos deja cierta sensación de añoranza y dolor en vista de un ayer que tal vez, concentró mucha felicidad, un bienestar del que carecemos en el presente.

La nostalgia es el baúl de los recuerdos que abrimos de vez en cuando, bien, para revivir gratos momentos o llorar las penas que llevas contigo, pero debe evitarse mantenerlo abierto permanente para que no interfiera con nuestra realidad presente.

Regresar al pasado de vez en cuando es saludable cuando se hace bajo una perspectiva de gratitud  y agradecimiento de haber vivido experiencias felices, no obstante, debe evitarse valorar como mejor lo pasado para no perder esa armonía entre lo vivido y el presente. El pasado solo sirve para recordar y recoger experiencias de lo ya vivido que nos permitan reflexionar y aprender.  Quedarse en la nostalgia es quedarse estancado en el tiempo, es morir poco a poco en un pasado que ya no existe sino en nuestra mente. La felicidad de ayer sólo quedó en el recuerdo, la felicidad de ahora la vivimos diariamente en las pequeñas cosas y en los pequeños detalles. La felicidad no es un recuerdo, es una realidad.
 

El pasado solo sirve para recordar y recoger experiencias de lo ya vivido que nos permitan reflexionar y aprender.  Quedarse en la nostalgia es quedarse estancado en el tiempo, es morir poco a poco en un pasado que ya no existe sino en nuestra mente. La felicidad de ayer sólo quedó en el recuerdo, la felicidad de ahora la vivimos diariamente en las pequeñas cosas y en los pequeños detalles. La felicidad no es un recuerdo, es una realidad. 

Son motivos de nostalgia: la lejanía, la pérdida de un ser querido, un lugar, una situación vivida, una época pasada y la sensación de soledad; en todas ellas, la nostalgia sirve de vinculo entre dos épocas, nuestro pasado vivido y el presente que estamos viviendo. Igualmente, nos permite una visión más positiva de los  hechos, nos ayuda a desarrollar un mayor sentido de pertenencia y  proporciona mayor significado a nuestras vidas. 

En la nostalgia uno se siente invadido por imágenes, palabras o sensaciones del ayer, muchas veces estimuladas por situaciones del momento que estamos viviendo. No es un simple ejercicio de la memoria, fueron situaciones de un ahora que trajo a nuestra realidad presente evocaciones de una vida pasada. Es un viaje relámpago de nuestro pensamiento a épocas ya vividas que han dejado huellas y que estimulan sentimientos pasajeros de felicidad o tristeza que bien quisiéramos repetir u olvidar. Es como si abriéramos una ventana y nos encontráramos con el paisaje del pasado y ver lo que ya no podemos ser.   

Vivir la nostalgia en paz y tranquilidad, es integrarla a nuestra vida presente como parte del inmenso don de haber podido vivir momentos de tanta plenitud. 

La nostalgia del regreso a casa  de este joven es similar a la nostalgia de Homero convertida en mito a través de la figura de Ulises, en su larga travesía de retorno a su tierra amada Ítaca. Según el profesor Ramón Ortega Lozano en su artículo “Nostalgia del retorno”  concluye que la nostalgia jugó un papel primordial en la odisea y refiere que Ulises no regresó por la añoranza de su tierra amada, sino por la gente que se encuentra en ella y que son a las personas a las que  en realidad extraña este héroe. Siguiendo este argumento, el profesor concluye en su artículo que, toda aventura termina en el bienaventurado retorno motivado por la nostalgia de lo dejado atrás. 
Vivir puede asemejarse a un largo viaje, lleno de aventuras, de infortunios, de alegrías, tristezas, azares y desesperanzas. Sin embargo, detrás de cada envite, de cada puerto visitado, de cada amor entretenido, persiste la nostalgia de volver al hogar. Uno anda buscando siempre la manera de regresar a casa, como símbolo del encuentro con la propia paz interior. 

A menudo esa paz también se encuentra en el regreso a los contextos que nos construyeron durante la infancia y la adolescencia. En ese sentido, los pueblos, sus gentes, sus calles, sus entornos, configuran una trama de paisajes, olores, fotogramas y secuencias de nuestras andaduras ancladas en nuestro sistema emocional. Mucha gente, cuando llega la hora del retiro del mundanal ruido prefiere regresar a sus lugares de origen y reencontrarse con esas viejas emociones, cerrando así el círculo de la existencia. 

El psiquiatra español, Joseba Achotegui, profesor de la universidad de Barcelona, en su artículo “el síndrome del inmigrante con estrés crónico o Síndrome de Ulises”, que el inmigrante está sometido a niveles tan intensos de estrés que llega a superar su capacidad de adaptación. Este síndrome lo constituye un conjunto de síntomas que tiene como causal la separación forzada del inmigrante de su grupo familiar y el vacío afectivo que esto genera. 

La separación forzada del grupo familiar y de los seres queridos ocasiona en el inmigrante una sensación de soledad y vacío afectivo que es vivido como un gran sufrimiento que se hace más evidente en las noches cuando afloran los recuerdos, las necesidades afectivas y los miedos. Asociado a esta soledad y vacío afectivo, puede presentarse desesperanza por miedo al fracaso de no lograr obtener las mínimas oportunidades que le permitan lograr el objetivo deseado.



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