Este mensaje lo hice público el día de la boda de mi hija menor Mercedes Natacha y fue inspirado en la teoría triangular del amor de Robert Sternberg.
El matrimonio es un acto de compromiso mutuo ante Dios, ante la
sociedad y lo que es más importante, ante uno mismo; quienes en forma
voluntaria decidieron unir sus corazones para cuidarse y amarse por
siempre, formar un hogar, tener y cuidar a los hijos para sembrar juntos un
ideal de familia.
En la unión de pareja debe prevalecer la relación de complemento,
de respeto y ayuda mutua; donde ambos aporten lo mejor de sí para crear un
hogar a imagen y semejanza de lo que siempre soñaron. Debe evitarse el dominio
o la sumisión entre ambos, porque de lo contrario, se marchitaría la flor que
un día regaron con tanta ilusión, y al final, solo quedarían las espinas.
La relación conyugal debe apoyarse en la pasión, en la intimidad y
el compromiso para iniciar juntos un camino que lo lleve alcanzar el objetivo
deseado.
La pasión, es el deseo inmenso de estar juntos el mayor tiempo
posible, la emoción de compartir cada momento, de transfundir de piel a piel el
amor de uno por el otro. En la pasión no hay mañana, es el aquí y el ahora, es
la entrega sin miedo, sin barreras ni resistencias. Pero es necesario
comprender que la pasión, es efímera como el viento y como tal se desvanece
cediendo lugar a la intimidad o al vacío, no sin antes, dejar una huella
imborrable en el corazón de quien la siente.
La intimidad, es la interconexión entre dos corazones que
decidieron sincronizar sus latidos, elevar sus voces y escuchar sus quejas para
buscar soluciones a las diferencias. Es mirar el todo y no las partes para
alcanzar unidos un futuro mejor. Sin la intimidad es imposible avanzar y
alcanzar el propósito. En la intimidad es necesario comunicar, dialogar y
reflexionar sobre los errores pasados y continuar el camino con la experiencia
aprendida. En la intimidad planificamos el mañana y sembramos la semilla a la
espera de ver el árbol crecer y dar su fruto.
El compromiso, es logro del esfuerzo de un ayer que se convirtió
en mañana, es la recompensa a la constancia y a la madurez. Es el premio al
mérito por llevar a feliz término un futuro mejor para aquellos que una vez
decidieron traer al mundo. Llegar hasta aquí es realmente una odisea, es
construir unidos, ladrillo a ladrillo, el castillo que siempre soñaron; la
proeza de tener un hogar a pesar de las espinas que pudiesen brotar en el
camino porque al final siempre estará la flor.
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