APRENDÍ A QUERER

 


Ingresé a la escuela del amor cuando era niño.  En mi hogar aprendí las primeras lecciones amor, aprendí amar a Dios, a mis padres y a mis hermanos. Ellos me enseñaron a compartir, a dar y recibir afecto.

En mí camino hacia la adolescencia conocí amigos y aprendí a quererlos. Sentí un sentimiento  mutuo de afecto y comprendí el dolor y el sufrimiento del otro.

Continué mi marcha y en el camino aprendí amar con pasión y senti el revés sin odio ni resentimientos,  porque comprendí, que los tropiezos nos enseñan a caer y a levantarnos para continuar creciendo. 

En la madurez obtuve logros y amé lo que hacía. Me sentí útil y asumí responsabilidades conmigo mismo y con los demás.  

Forme un hogar a imagen y semejanza de aquel donde nací y crecí con amor y respeto.  Tuve hijos y sentí el amor paterno, reí y lloré con ellos. 

Hoy estoy al final del camino y aprendí  amar al tiempo, porque comprendí que el tiempo es el amigo que me hará compañía hasta el final de mis días.



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