Mis reflexiones tienen como finalidad recopilar en estas páginas, todos aquellos pensamientos, emociones y conductas; que en su momento viví, sentí y realicé personalmente. O bien, escuché y observé de otras personas: familiares y amigos; quienes vivieron situaciones que alteraron su juicio y los llevaron a tomar decisiones erradas que más tarde repercutieron en su vida. Estos hechos experimentados en carne propia y en la ajena, me permitieron analizar y sacar conclusiones con el propósito de aprender, corregir rumbos, asumir y enmendar errores propios. Pero también, sirvieron para alentar y orientar aquellos familiares y amigos que perdieron la razón y se dejaron arrastrar por las emociones, asumiendo conductas que los llevaron de fracaso en fracaso.
Reflexionar es una práctica que adquirí con la madurez y con la experiencia vivida. No importa cuántos aciertos y desaciertos tuve durante el transcurso del tiempo, lo más importante para mí y quizás para aquellos que lean estas páginas, son las conclusiones y el aprendizaje obtenido que me sirvieron para corregir rumbos y rectificar errores.
No necesité ser un ilustrado o superdotado, ni tampoco tener conocimiento extrasensorial para ejercitar la reflexión, solo necesité un momento de silencio en mi mundo interior para escuchar las voces internas y externas que me permitieron analizar lo que sucedía adentro y afuera de mi vida, lo cual me permitió aprender que la vida es lo que tú piensas y haces de ella, que saber escuchar es más importante que saber hablar. Para escuchar es indispensable acallar la mente y dejarse arrastrar por el silencio interior para poder escudriñar en lo más profundo de nuestra conciencia lo que la vida nos quiere decir.
PREÁMBULO
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