NO ES UN ADIOS





 Prólogo

"A veces cuidamos un árbol no por sus frutos, sino por la sombra que nos ofrece. Cuando ese árbol cae por el peso de los años, sentimos la tristeza de perder su abrigo y la vulnerabilidad de quedar expuestos. Estas palabras es un homenaje a esa sombra protectora, a ese hermano que fue raíz, tronco y refugio en nuestra vida."

 NO ES UN ADIÓS

 “Hay presencias que no se apagan con la ausencia, porque su sombra sigue viva en quienes aprendieron a amar bajo su abrigo.”

Arquímedes, la muerte de papá dejó un vacío en nuestras vidas, pero tu presencia  pudo mitigar el dolor que dejó su ausencia. Te convertiste en la continuidad de nuestra figura paterna y encarnaste la autoridad de manera serena: Mantuviste con  respeto y consideración la unión familiar y asumiste el liderazgo que tanto necesitábamos ante la ausencia de nuestro padre. Fuiste, en muchos sentidos, el árbol que nos brindo su sombra.

Aunque atravesamos momentos de crisis y desacuerdos, jamás se quebró el vínculo de afecto y respeto que nos unía. Tu temperamento firme, herencia de nuestra madre, no fue instrumento de imposición, sino de enseñanza. Corregías con convicción, guiabas con claridad, y asumías con responsabilidad el rol de sostén familiar.

Nunca estuviste ausente en los momentos difíciles. Velaste por la salud de nuestros padres y hermanos, y cultivaste con esmero la armonía entre nosotros. En tu propio hogar fuiste un padre ejemplar: justo, coherente, estricto en el cumplimiento de las normas, y profundamente comprometido con tus principios. Tu vida fue testimonio de objetivos claros y acciones firmes. No toleraba interferencias ni desviaciones en tu camino, y siempre supiste tomar las riendas de tu destino y fuiste guía  en el camino tus hijos.

Con el paso de los años, cuando ya tus fuerzas comenzaron a menguar, supiste ceder el liderazgo con sabiduría. Y un 24 de julio de 2019, a tus 92 años, emprendiste tu viaje hacia donde no existe espacio ni tiempo..

 

EPILOGO

Hoy ya no estás aquí. estás de retorno al mundo de la eternidad, caminarás sobre las nubes hacia donde no existe tiempo ni espacio. Allí estarás nuevamente con los que ayer se fueron. No es un adiós hermano, porque seguirás existiendo en todos aquellos donde dejaste una parte de ti.

 

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Después de la muerte de mi padre en el año 1962, mi hermano Arquímedes representó para mí, la continuidad de papá, la autoridad, el respeto, la consideración, la unión familiar, la imagen de un líder en la familia. Muchos fueron los momentos de crisis y desavenencias que tuvimos, sin embargo, nunca se perdió el respeto y el cariño que nos profesamos. El temperamento dominante que lo caracterizaba es herencia de mi madre, sin embargo, no utilizó ese don para dominar o maltratar, sino, para enseñar y corregir los errores que cometimos.  
Supo asumir el rol del líder familiar cuando más se necesitó. Nunca estuvo ausente en los momentos de crisis o dificultades del grupo familiar. Veló por la salud de mis padres y hermanos y por la unión entre nosotros. Fue un padre ejemplar en su grupo familiar, correcto en su proceder y estricto en hacer cumplir las normas establecidas. Tuvo una fuerte convicción en lo que hacía y decía. Mantuvo muy claros objetivos en la vida y supo como lograrlos. Fue modelo en su proceder y no aceptaba alteraciones ni interferencias en lo que hacia y decía. Siempre asumió el control de su vida y la de su familia. Cuando el peso de los años debilitó sus fuerzas físicas sintió la necesidad de ceder las riendas a sus descendientes hasta que el 24 de Julio de 2019 a sus 92 años de edad inició su camino al mundo de la eternidad. 
Muchas veces cuidamos un árbol, no tanto para que de frutos sino para recibir su sombra y sentirnos protegido. Cuando el árbol cae por el peso de los años, nos sentimos triste al perder su sombra y sentirnos desprotegido.
NO ES UN ADIÓS
Después de mis padres, mis hermanos constituyen el don más preciado que me dio la vida. Con ellos crecí y aprendí a compartir alegrías y tristezas, momentos de dificultades y tiempos de felicidad. Somos uno solo en otra piel, en otra voz. La misma sangre corre por nuestras venas que nos hace ser uno solo toda la vida. Somos de corazón distinto pero el mismo amor lo llevamos dentro por aquel árbol que nos dio la vida y nos entregó su sombra. Su ausencia será mi ausencia, su silencio lo sentiré en el alma. Arquímedes, hermano llegaste aquí hace ya mucho tiempo, iniciaste tu camino con los pies descalzos. Creciste de la mano de quienes con amor te dieron la vida e iluminaron tu sendero, de aquellos que una vez estuvieron y hoy no están presente, de quienes retornaron y te dejaron la huella imborrable de la herencia para prolongar la vida. Recorriste tu camino guiado por valores y creencias y por todo aquello que decidiste crear cada minuto de tu existencia. Encontraste algunas espinas al caminar pero jamás fueron obstáculos porque en la misma rama creció la flor te que brindó una razón para seguir. Tuviste hijos y con ellos perpetuaste la huella de tus pasos. Caminaste a su lado un largo trecho, los amaste y los guiaste hasta donde tus ojos te permitieron ver. Sembraste un árbol que te dio paz y sombra en los ratos de pausa. Abriste una ventana al pasado y un legado al mañana de todo cuanto hiciste o dejaste de hacer, de tus alegrías y tristezas, de tus errores y tus aciertos; y todo cuanto humanamente pudiste hacer para brindar felicidad a tus seres queridos. Hermano, hoy ya no estás aquí, estás de retorno al mundo de la eternidad, caminarás sobre las nubes hacia donde no existe tiempo ni espacio. Allí estarás nuevamente con los que ayer se fueron. No es un adiós, porque seguirás existiendo en todos aquellos donde dejaste una parte de ti.

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